Cuando veo a un ex compañero/a de
clase, ya sea del colegio o del instituto, empujando un carrito siempre me
sorprendo. No es tan extraño, pensaréis. Pero para mí sí que lo es, y mucho.
Porque sigo viendo a todos y a todas como si hubiéramos estado esa
misma mañana en clase, diciéndonos que si "mi madre me ha comprado un
Bollicao/Phoskito/Donuts/Pantera Rosa o me ha preparado un bocata para merendar. O bien,
contándonos el último capítulo de Bola de Dragón, Caballeros del Zodiaco,
Oliver y Benji… en fin, ya sabéis a qué me refiero. Por eso, cuando las veo a
todas ellas, o a ellos, detrás de un cochecito o con un niño/a de la mano me sorprendo y pienso: “Ya verás cuando le
cuente mañana en clase cómo va a ser de mayor, nos vamos a reír”.
Es cierto eso que dicen de que
nos estancamos en una edad, lo que ocurre es que la gente suele plantarse en
una época en la que estaban estupendos (he de aclarar que mi generación, la de
1980, no ha llegado todavía a ese punto, gracias a Dios), pero yo me he quedado
mucho más atrás, concretamente en los 12. A esa edad recuerdo que fui a mi
primer y único concierto de Michael Jackson. Era (y sigue siendo) tal mi amor
por el rey, que conseguí que me llevaran hasta Madrid para verle (faltando a
clase). ¿Qué padres tiene ésta? Pensaréis. Pues unos que tuvieron que padecer
una huelga de hambre que hice durante 3 días, mas lloros continuos para lograr
mi objetivo.
Muchos años después, a mis 29,
Michael anunció en una rueda de prensa su última gira: “This is it- dijo-
“After that the final courtain will come down”. El tiempo haría que aquella
frase se convirtiera en una profecía.
Pero cuando el mundo todavía creía que existía una última oportunidad para ver al rey en concierto, recuerdo que yo acababa de dejar un trabajo que me costó algo de mi salud. Es difícil abandonar lo que te da el pan, pero hay circunstancias y circunstancias. Nada más saber de la gira, corrí hacia mi portátil, desde el que escribo ahora, para ver los asientos y el precio. Creedme, eran elevados, sí señor. Más bien dignos de una Paris Hilton. En ese preciso momento tuve una aparición. Vi a una niña, de unos 12 años, sentada frente a mí. Llevaba el pelo ondulado (por algún producto químico) e iba sospechosamente arreglada para su edad. Pero lo que más me inquietó fue ver la cara de incredulidad con la que me miraba: “¿Nos vas a traicionar?- me preguntó. No sabía a qué se refería, hasta que señalando uno de los pósters de Michael que tengo (sí, lo reconozco y no pienso cambiar) volvió a hablar: “¿Ahora que eres adulta no piensas cumplir con tu parte del trato?” Entonces recordé.
Pero cuando el mundo todavía creía que existía una última oportunidad para ver al rey en concierto, recuerdo que yo acababa de dejar un trabajo que me costó algo de mi salud. Es difícil abandonar lo que te da el pan, pero hay circunstancias y circunstancias. Nada más saber de la gira, corrí hacia mi portátil, desde el que escribo ahora, para ver los asientos y el precio. Creedme, eran elevados, sí señor. Más bien dignos de una Paris Hilton. En ese preciso momento tuve una aparición. Vi a una niña, de unos 12 años, sentada frente a mí. Llevaba el pelo ondulado (por algún producto químico) e iba sospechosamente arreglada para su edad. Pero lo que más me inquietó fue ver la cara de incredulidad con la que me miraba: “¿Nos vas a traicionar?- me preguntó. No sabía a qué se refería, hasta que señalando uno de los pósters de Michael que tengo (sí, lo reconozco y no pienso cambiar) volvió a hablar: “¿Ahora que eres adulta no piensas cumplir con tu parte del trato?” Entonces recordé.
Volví a verme en mi habitación
escuchando las primeras canciones de Michael con las que me hice fan (después
vendrían tooooodas las demás) y pensé que no sería justo no hacer ese
sacrificio por aquella niña, por mí. Intenté comprar la entrada
desesperadamente, repito, d-e-s-e-s-p-e-r-a-d-a-m-e-n-t-e. Tarjeta en mano
entré en la página del Arena 02 en Londres y reservé un asiento como mínimo 10
veces. Pero había problemas y no me aceptaban la compra, aunque sí me retenían
el saldo que prometían devolverme en unos 8 días.
Intenté comprarlas a través de mi banco, esta vez unas 25 veces…pero nada. Finalmente, y con más de unas cuantas lágrimas derramadas, pensé que si no podía ser para los primeros conciertos sería para la segunda tanda. Todos sabemos qué sucedió poco después, y quienes me conocen saben cómo me tomé que MJJ se fuera.
Intenté comprarlas a través de mi banco, esta vez unas 25 veces…pero nada. Finalmente, y con más de unas cuantas lágrimas derramadas, pensé que si no podía ser para los primeros conciertos sería para la segunda tanda. Todos sabemos qué sucedió poco después, y quienes me conocen saben cómo me tomé que MJJ se fuera.
Lo importante para mí, y la
pregunta que siempre me hago desde entonces, es ¿cuántas promesas que nos
hicimos siendo niños, cuando todavía éramos realmente nosotros mismos, hemos
traicionado?
Cuando éramos niños queríamos ser adultos, pero, evidentemente, no para trabajar ni para tener responsabilidades, sino porque realmente creíamos que con el dinero que tendríamos (unos más, otros menos) compraríamos todas las chucherías que quisiéramos. Creíamos que nos gastaríamos el salario en hacer viajes, pero no de los de la asquerosa pulserita, ni de esos en los que vas a un museo para decirle a todo el mundo que has ido a la exposición de Fulano/a de Tal, sino un viaje de aventuras. Pensábamos que ser adulto sería divertido porque nosotros, a diferencia de los adultos que nos precedieron y de los que nos daban órdenes, seríamos diferentes: nosotros sabríamos qué hacer con eso de ser independientes; nosotros seríamos libres.
Cuando éramos niños queríamos ser adultos, pero, evidentemente, no para trabajar ni para tener responsabilidades, sino porque realmente creíamos que con el dinero que tendríamos (unos más, otros menos) compraríamos todas las chucherías que quisiéramos. Creíamos que nos gastaríamos el salario en hacer viajes, pero no de los de la asquerosa pulserita, ni de esos en los que vas a un museo para decirle a todo el mundo que has ido a la exposición de Fulano/a de Tal, sino un viaje de aventuras. Pensábamos que ser adulto sería divertido porque nosotros, a diferencia de los adultos que nos precedieron y de los que nos daban órdenes, seríamos diferentes: nosotros sabríamos qué hacer con eso de ser independientes; nosotros seríamos libres.
Por eso, cuando he llegado a la
‘adultez’ me he dado cuenta de que esto no es tan divertido, al menos, no tanto
como creía que iba a ser. ¿Y qué vas a hacer? ¿volver atrás? No, pero me he
prometido a mí misma tener 12 años siempre y no olvidar quién soy. Y os aseguro
una cosa, si todas/os recordáramos con más frecuencia de dónde venimos,
sabríamos con certeza a dónde queremos ir.
White cupcakes: adaptación de la receta de Objetivo Cupcake perfecto
Ingredientes:
- 220gr de harina
- 220gr de azúcar
- 125gr de mantequilla (a temperatura ambiente)
- 120ml de leche
- 2 tsp de levadura química
- 2 tsp de aroma
- 2 huevos
Precalentar horno a 180º durante
10 minutos (muy importante que sean 10 y no menos). Colocar cápsulas en la
bandeja
- Batir la mantequilla, previamente cortada en dados, hasta que se forme una pasta. Añadir el azúcar hasta que la mezcla quede esponjosa.
- Añadir los huevos, uno a la vez, y batir bien tras cada adición.
- Batiendo a baja velocidad, añadir la harina tamizada con la levadura química y a continuación la leche.
- Finalmente, incorporar el aroma (vainilla).
- Repartir la mezcla en las cápsulas ayudándonos de una cuchara para helado.
- Hornear entre 17 y 22 minutos (hasta que un palillo de dientes salga limpio)
- Dejar enfriar en la bandeja 5 minutos. Después colocar cada cupcake sobre una rejilla para que se enfríen.
Black Frosting:
Ingredientes:
- 90gr de chocolate negro (yo usé
el de Nestlé para repostería)
- 13ogr de mantequilla
- 120gr de azúcar en polvo
- 30gr de chocolate negro en polvo sin azúcar
- Derretir 90gr de chocolate en una cacerola con dos cucharadas soperas de agua. Apartar para dejar enfriar.
- Batir 130gr de mantequilla, algo más fría que a temperatura ambiente para que mantenga cuerpo
- Añadir 60gr de azúcar en polvo a la mantequilla. Batir a velocidad media durante 2 minutos
- Rascar bien los bordes de cuando en cuando y continuar batiendo
- Añadir el chocolate derretido y una tsp de vainilla. Batir bien 2 minutos a velocidad media
- Añadir el chocolate en polvo y volver a batir, para después añadirle los 60gr de azúcar glas restantes a velocidad alta hasta que tome cuerpo el frosting. Si la mezcla está demasiado seca añadir leche, si está demasiado líquida añadir azúcar en polvo o, si se prefiere, leche en polvo para que no quede tan dulce.
Black cupcakes: banana chocolate cupcake (de la receta original de Joy of Baking)
Ingredientes:
- 130gr de harina
- 200gr de azúcar
- 35gr de cacao en polvo sin azúcar
- ¾ tsp levadura química
- ¾ tsp bicarbonato
- ½ tsp sal
- 1 plátano maduro
- 1 huevo L
- 120ml de agua templada
- 60ml de aceite de girasol
- 60ml de leche
- Extracto de vainilla
Precalentar el horno a 180º durante 10 minutos (muy
importante que sean 10 y no menos). Colocar cápsulas en bandeja.
- Mezclar a mano los ingredientes secos, previamente tamizados, con varillas y dejar en un bowl.
- En otro recipiente aplastar el plátano con un tenedor. Añadir el huevo y mezclar hasta que quede todo homogéneo.
- Añadir 120ml de agua templada, mezclar.
- Verter 60ml de aceite de girasol, mezclar.
- Añadir 60ml de leche, mezclar.
- Incorporar extracto de vainilla al gusto.
- Hacer un agujero en los ingredientes secos y añadir los mojados. Mezclar bien (recomiendo hacerlo con una lengua de silicona)
- Repartir la mezcla con una cuchara para helado en las cápsulas. Hornear 18-20 minutos y después dejar enfriar en la bandeja durante cinco minutos. Pasado este tiempo colocar cada cupcake sobre una rejilla y dejar enfriar.
White
frosting: cream cheese frosting
Ingredientes:
250gr de queso de untar (yo he usado Philadelphia)
150gr de mantequilla
200gr de azúcar
200gr de leche en polvo
2 tsp de vainilla
- En el bowl de la batidora colocar la mantequilla y batir hasta que esté cremosa
- Añadir el queso y batir durante 4 minutos a velocidad media hasta que los dos ingredientes se hayan incorporado
- Añadir los 200gr de azúcar glas y batir a velocidad media. Rascar los bordes de cuando en cuando y seguir batiendo
- Añadir la esencia de vainilla, yo he usado vainilla natural en polvo, y volver a batir
Tras esto, poner la mezcla, tanto la de chocolate como la de
queso, en su manga correspondiente y decorar el cupcake –de vainilla o de
chocolate.
Yo he añadido todas las decoraciones que he ido reuniendo en
este tiempo, perlas de azúcar, azúcar rosa, fideos de colores, coco rallado,
almendras tostadas… Espero que os haya gustado y que probéis a ver qué tal.