sábado, 30 de junio de 2012

Les figues: bizcocho relleno de crème au beurre con cobertura de mazapán


No sé si al contenido de este post se le  puede llamar receta. Me explico: éste es un dulce que se hacía en la Argelia francesa hace unos cuantos años ya. El caso es que mi madre, la golosa de exquisito paladar, siempre me ha hablado de aquella época en la que en su país convivían gabachos y españoles junto con la población nativa. Sería muy extenso hablar de la situación social, política y cultural de aquella Argelia y además éste es un blog de cocina, o pseudo cocina, pero recomiendo a los curiosos un libro supremo del autor Yasmina Khadra, titulado Lo que el día debe a la noche. En algo más de cuatrocientas páginas, este argelino recorre la vida de Younes y el país desde 1930 hasta hoy. La paranoia de dos mundos que se confunden en el protagonista y cómo éste lidia contra sus fantasmas, son la mejor metáfora para sintetizar, de alguna manera, desarraigo y reconversión  para acabar en un término medio en el que pueden convivir los recuerdos con el presente.

Cuando mi madre me habla de les figues que comía de pequeña hace un gesto con las manos, los dibuja con sus dedos curvos creando una oquedad para indicarme el tamaño de los mismos. Yo, como cualquiera en mi lugar, sin haberlos probado los imagino. Imagino su color brillante y la suavidad de la pasta de almendras a la française y esos hilos de chocolate que, según me cuenta ella, simulaban las estrías propias de esta fruta. Así que un día le dije que los iba a preparar, aunque no sabía muy bien cómo. Quería un reto y qué mejor que elaborar algo que jamás has probado y de lo que no tienes receta. Sencillamente me dejé guiar por los recuerdos que tenía a mi disposición: “Bizcocho relleno de crème au beurre y recubierto de mazapán”. Pues allá voy.

Para el bizcocho preparé unos mini cupcakes de vainilla (ver mi receta de cupcakes de frambuesa). No es que esté obsesionada con estos dulces, es que no me gustan los bizcochos al uso y el cupcake es lo más parecido que puedo tolerar. La receta es para 12, aunque yo sólo he preparado 6 figues y al resto les puse en el corazón de la masa un marshmallow (las deliciosas nubes) para experimentar. Después prepararemos el relleno:
Ingredientes para la crème au beurre (Receta Albarock):
- 50ml de agua
- 120 gr de azúcar
- 50 gr de clara de huevo
- 180 gr de mantequilla


Preparación de la créme au beurre:

Ésta es una emulsión de jarabe y mantequilla, y aunque el principal ingrediente es el mismo que el del buttercream en realidad las similitudes acaban ahí. La preparación es algo más laboriosa y hace falta algo de experiencia o, si se carece de ella, mucho tino a la hora de añadir el jarabe a las claras montadas. Pero, tal y como dice Albarock en un inglés afrancesado: “If I caaan do it you caaan do it”.

En primer lugar hay que poner agua y azúcar en un cazo y calentar. 



Mientras tanto tendréis que batir las claras de huevo casi a punto de nieve (cuando hagan picos blandos) en un bowl a parte. 

   
Volviendo al jarabe, aquí viene la parte más difícil, si no se tiene un termómetro. Y es que hay que calentar hasta que alcance los 119-120º para retirar del fuego. Albarock, como sabe lo que se hace, se permite el ‘truco’ de ir metiendo la mano en el agua caliente para tocar la mezcla, si logra hacer una pequeña bolita es que está en su punto y si no… a seguir quemándose. Bien, yo no tengo termómetro, pero tampoco unos dedos como los de Albarock, y como había leído que se puede comprobar el estado del ‘mejunje’  con un tenedor, eso hice. Sólo tenéis que introducirlo y cuando al levantarlo lentamente veáis que se forman hilillos, podréis retirar del fuego.

Después habrá que dejar enfriar hasta 75º, yo lo hice calculando unos cinco minutos, para posteriormente añadir el jarabe a las claras como si estuvierais escanciando sidra, para que caiga lentamente en forma de hilo. Al terminar se añade la mantequilla, que aconsejo que la tengáis un pelín más fría que cuando está a temperatura ambiente, porque si no obtendréis una repugnante sopa amarilla al mezclar con el jarabe y los huevos (yo tuve que repetir el experimento porque la primera vez me salió la versión sopa).


Cuando esté lista la crema, sólo tenéis que cortar en horizontal los cupcakes y rellenarlos. Si queréis podéis hacer como yo y darle algo de gracia al relleno usando colorante rosa (o el color que queráis). Yo he puesto el Super red de Americolor. Aunque sé que es pecado, he añadido un poco de Nesquik de fresa para darle sabor.


Mi consejo: si os parece demasiado engorroso, por favor no os rompáis la cabeza como hice yo y rellenad de mermelada, Nutella, nata  o sin nada.

El mazapán:
No voy a dar ingredientes ni a indicar cómo se prepara, porque no he tenido tiempo para hacerlo, así que lo he comprado ya preparado (Golden Marzipan de Dr. Oetker) en el Iceland que hay en Fuengirola.

Cierto es que el mazapán inglés no está ni de lejos tan bueno, pero reconozco que me ha servido. Lo único que hice fue teñirlo con colorante en pasta verde (Party Green de Sugarflair colors), amasarlo bien sobre una superficie enharinada y después cortar cuadraditos con los que envolver los bizcochos. 


Dar la forma es mucho más fácil de lo que parece, como modelar con plastilina.
Después usé sirope de chocolate Royal para con un pincel pintar ‘malamente’ y quitarle un poco el color verde radiactivo al dulce. Las estrías las hice con un palillo chino ‘de toda la vida’.

  


Finalmente les figues. Cómo podéis ver el efecto del bizcocho relleno de crème rosa queda bastante bien.





 Ah, para decorar he pegado un par de corazones en cada uno de la marca Vahiné. Bien, espero que os haya gustado y que os animéis a hacerlo. Besos de azúcar ;p

domingo, 17 de junio de 2012

Cupcakes de frambuesa


Cupcakes de frambuesa: primer intento

Siempre me he sentido segura en la cocina. No quiero decir con esto que me considere ducha en la materia, sino que la cocina, esa habitación caliente, siempre me ha hecho sentir protegida, como probablemente debía sentirme cuando todavía me alojaba en el útero de mi madre.

Mis mejores momentos se han desarrollado en una cocina, por lo que gran parte de mis recuerdos se alojan en estas singulares habitaciones. La de mi casa, las de mis amigas, las de las amigas de mi madre. Charlas con aroma a café y sabor a dulces.  Probablemente el hecho de que las cocinas me resulten tan acogedoras tenga que ver con una en especial, la de mi abuela. Su enorme casa, con varios salones y un patio enorme siempre se ha reducido para ella a la cocina. Y que no se interprete esto mal, la casa se reducía a este espacio porque ella así lo ha querido  siempre. Yo me colaba entre mis tías y mi madre para escuchar de qué se hablaba, mientras aspiraba el olor de un tajin de membrillo, una shorba aromatizada con cilantro, un cuscús acompañado de hortalizas y cordero… Mi madre adora los perfumes y es capaz de reconocer notas de bergamota, almizcle, ámbar... con una rapidez increíble. Yo he heredado ese don, pero mis cualidades olfativas se desviaron en algún momento de mi vida y perdí el camino hacia la casa Chanel para quedarme en la cocina. Busco el olor a vainilla, azúcar y mantequilla vaya a donde vaya. Esta obsesión tiene que ver de nuevo con mi abuela y con el patio de la gran casa que se llenaba de bandejas de dulces listas para ser llevadas al horno del panadero. Sentada en algún futón en el suelo, enseñaba a las “discípulas” –primas y vecinas- que se unían para preparar delicias con las que deleitar a los invitados al evento en cuestión. Casi siempre eran bodas. Con el vestido recogido a la altura de las rodillas y con una pierna sobre la otra enseñaba a preparar rosas de mazapán con las que decorar los dulces que descansaban en el patio. Un jardín de azúcar y almendras, de brillantes rojos, rosas, amarillos... Estos recuerdos siempre me han acompañado y por eso para mí la harina, los huevos y el azúcar son algo más que ingredientes. 

Cuando comencé a leer los blogs motivo de mi envidia verde me dí cuenta de que sí hay algo que me gusta hacer, concretamente dos cosas que realmente amo y me hacen feliz: la cocina y escribir. Así que he pensado ¿por qué no? ¿Por qué no ser verdaderamente yo misma, desmelenarme y disfrutar? 

Aquí, mi primer intento de unos cupcakes. Esta repostería tan de moda e importada de Estados Unidos me parece una buena forma de comenzar a llenar el blog que espero no sea demasiado tedioso. Y si lo es, siempre podéis abandonarlo ;p. La receta es de una página  que os recomiendo, Objetivo Cupcake perfecto, de Alma (http://www.objetivocupcake.com/2011/02/receta-de-vainilla-infalible-y-un.html). Yo he utilizado la receta para preparar unos cupcakes grandes cubiertos con buttercream aromatizado con frambuesa. Pero que conste que no hace falta usar aromas artificiales, es más, si tenéis fruta fresca como fresas, frambuesas, plátano o lo que se os antoje, mejor que mejor.


 
Ingredientes para los cupcakes:
-         100 gr. de harina
-         1 cucharadita de levadura química
-         100 gr. de azúcar
-         100 gr. de mantequilla
-         2 huevo medianos
-         2 cucharadas de leche
-         2 cucharaditas de extracto de vainilla (o al gusto)

Ingredientes para el buttercream:
-         250 gr. de azúcar sin sal a temperatura ambiente (importante dejar que la mantequilla se caliente de forma natural, por nada del mundo ponerla en el microondas o al baño maría. Para acelerar el proceso aconsejo cortarla en daditos)
-         450 gr. de azúcar glas (si se quiere se puede poner un poco menos, pero no mucho, pues es el azúcar glas el que da consistencia al buttercream, o lo que es lo mismo, el que le da cuerpo)
-         1 cucharadita de extracto de vainilla
-         2 cucharaditas de extracto de frambuesa (o la fruta que prefiráis)
-         Una pizca de sal

Elaboración de los cupcakes:

Es imprescindible antes de empezar poner algo de música, algo que os guste. Yo para el inicio de mi aventura cocinero-bloguera he decidido abrir con una canción que me llena de positividad, se trata de Ease on down the road. Una canción de la primera película, musical, de Michael Jackson: The Wiz. Es del año 1978 y compartía cartel con Diana Ross, Nipsey Russel y Ted Ross, entre otros. Motivos: amo a Michael Jackson, como sabréis los que me concéis, y además creo que el estribillo puede ser un buen motor para impulsarme en esto: "Ease on down the road, don't you carry nothing that might be a load" o lo que es lo mismo ", hay que atreverse a tomar el camino sin miedo (en el caso de la película, el de las baldosas amarillas hacia Oz) y a no cargar con ningún peso que pueda importunarnos. Y eso quiero con este blog, ir ligera de equipaje para disfrutar :)

 

Precalentar el horno a 180º, si tenéis ventilador a 160º, diez minutos antes de que introduzcáis los cupcakes.

Preparar las cápsulas de los cupcakes en la bandeja (bandejas para cupcakes).

Comenzaremos por batir la mantequilla con  el azúcar (normal, el granulado) hasta que la mezcla esté cremosa y adquiera un color blanquecino. Tras esto, añadiremos los dos huevos M uno por uno, es decir, añadimos un huevo y después batimos bien, para añadir el otro y volver a batir. Posteriormente incorporaremos la harina, con la levadura –previamente tamizadas para evitar los molestos grumos que se pueden formar en la masa- y a continuación la leche a la que habremos añadido la vainilla. Cuando lo hayamos batido todo bien, colocaremos la masa en los papelitos o cápsulas y hornearemos durante entre 20 y 25 minutos. Para saber que los cupcakes están listos tendréis que introducir un palillo de dientes en el centro de uno de ellos y si sale limpio es que ya están.

Nota: es muy importante que no hagáis la operación del palillo antes de que hayan pasado unos dieciocho minutos porque si no podrán desinflarse los dulces y adoptarán una forma un poco “raruna”.

Cuando ya estén listos, los dejaremos reposar en el horno durante cinco minutos y no más. Después los sacaremos y los colocaremos sobre una rejilla para que se enfríen. Yo por ejemplo no tengo rejilla, así que los dejo en la mesa de la cocina sobre la rejilla que trae mi horno. Hay que dejar que enfríen bien porque no podremos cubrir con buttercream si están templados o se derretirá la cobertura y nos quedarán unos churros de cuidado :D.


Para preparar el buttecream:

Poner en un bol la mantequilla cortada en dados, el azúcar glas y batir. En este momento hay que tener un poco de cuidado porque el azúcar glas formará una nube y os sentiréis en Laponia, pero no os asustéis, sólo es el primer momento. Cuando la mezcla esté cremosa, añadid la leche con el aroma y seguid batiendo. Finalmente poned la pizca de sal. Cuando ya esté listo tenéis dos opciones:
a)     Colocar en una manga pastelera
b)  Si no tenéis manga pastelera podéis untar el buttercream con una paleta o, en su defecto, con un cuchillo para mantequilla

Yo he usado una manga pastelera de las desechables porque son muy cómodas con una boquilla de la marca Wilton 1M. Es una boquilla muy recomendable porque logra que inexpertas como yo consigan un buttercream con una forma tan respetable como la que se ve en las fotos. Para ello tenéis que comenzar poniendo la boquilla en el centro del cupcake y desde allí formar una espiral hacia afuera. También he espolvoreado brillantina color lavanda de Squires Kitchen, concretamente Fairy Magic Sparkles y unas perlas de azúcar rosa nacar de Edible Decorations.

Los que lo hagáis con cuchillo, untad como os plazca, que para eso es vuestra pequeña creación y lo importante es comeeeeeeer.

Por último, pedir disculpas por la mala calidad de las fotos y porque no he puesto imágenes de todo el proceso, pero lo cierto es que estas fotos ya las tenía y no sabía que iba a subirlas al blog. Así que, prometo ser más aplicada. Gracias por leerme y besos de azúcar.


jueves, 14 de junio de 2012

El día 1: un mal día para empezar

Mi cara B

Odio a la gente que cuando hace algo te dice “Si lo hago, lo hago perfecto o no lo hago” Ese tipo de personas a las que, y perdonadme por ser demasiado “sincera”, a simple vista no consideras especialmente inteligentes, ni brillantes, sino más bien personas anodinas que te sorprenden cuando descubres que tienen un don, nada menos, para la escritura, el bricolaje o, como ahora se ha puesto tan de moda, la repostería. Resulta que la mitad de la faz de la tierra sabe usar el horno, pero no para ‘echar’ dentro una carne con unas verduras hoscamente cortadas, sino que lo que tienen en sus cocinas es una mini cueva de Aladino, de la que siempre acaban sacando tesoros dulces o salados. Para más inri, hacen unas fotografías para subir a sus respectivos blogs que ni el National Geographic. ¿Why? ¿Es mi imaginación o desde que todos estamos interconectados por esa cosa que al principio llamaban la red de redes, parece  que el resto de nuestros congéneres, salvo una misma, son cuasi perfectos en algo, lo que sea? A mí, y vuelvo a pedir disculpas, no me dan para nada ganas de dejar un comentario en el blog del tipo: “Eres maravilloso, me encantan las fotos ;p”; o “Ains (no sé por qué ahora todo el mundo suspira con este monosílabo) qué envidia me das, envidia sana claro… Ojalá pudiera ser como tú”. Pues no, a mí no me da envidia sana, la verdad, me da de la otra, de la mala, mala. De la que sabes que si fuera de algún color sería verde, verde veneno. De esa que si escupes en la pared sabes que harás un agujero por el efecto del ácido venenoso esputado. Sí, esputado, una palabra fea, pero no puedo usar escupitajo, porque ya he dicho antes escupir y a eso se le llama repetición.
A veces me he levantado por la mañana y me he dicho a mí misma, en plan profundo, “Quiero cambiar de vida, creo que voy a montar algo por mi cuenta”. Entonces es cuando empieza mi obsesión por ir buscando en la red información, ya sean blogs, libros o noticias varias, sobre la repostería/cocina. Y ahí llega el problema, una quiere hacer algo que no se haya hecho hasta entonces, pero en cuanto entro en alguna de estas páginas tan personales y tan monas de amas de casa o mujeres profesionales que durante una baja por maternidad han revolucionado el mundo de la repostería, me deprimo. Me convierto en un soufflé mal hecho, me deshincho, voy bajando y bajando poco a poco de mi levitación hasta que toco el suelo y continuo dándole a mi ordenador para seguir escribiendo sobre la investigación con la que esté liada en ese momento. Otra oportunidad que se me escapa como un globo de helio. La veo alejarse, pero no siento, tan entumecida estoy por mi dolor de ver que los demás ya lo han inventado todo. ¿O no?