viernes, 28 de septiembre de 2012

Chocolate butter cake




Cuando pienso en una tarta siempre me vienen a la cabeza dos, una blanca, con bizcocho de vainilla y otra negra, de chocolate. Con este último tengo una relación curiosa. Bien me muero por él y necesito comerlo todos los días -conguitos, M&Ms, chocolatinas varias: Mars, Lion y mi favorita de todos los tiempos: Snickers.  Bien, me olvido por completo y me da por comer fruta y verdura.

Lo que sí tengo comprobado es que cuanto menos chocolate como menos me apetece y cuanto más… en fin, se me ha entendido ¿no? Otra cosa que sé es que me encanta la combinación cacahuete-chocolate, mucho más que con almendras, ¿dónde va a parar?

Dejando de lado mi afición por la única combinación de chocolate y frutos secos que me gusta, el otro día se me ocurrió preparar una tarta, pero de esas que se ven en las películas americanas: tres capas, chocolateadas por dentro y por fuera con un buttercream que hace que me den ganas de introducir la mano en la pantalla y comérmelo a  ‘dedazo’ limpio.

Como me suele ocurrir con casi todas las recetas, ésta era ‘mi primera vez’… con la tarta de chocolate. Y reconozco que eso es lo que más me gusta: no repetir e ir probando una tras otra.

Siempre me propongo volver a hacer alguna receta cuando descubro durante el proceso qué debería haber cambiado, en qué no debía haber hecho caso al/la repostero/a del/la que la obtuve, pero la tentación es demasiado fuerte. Entro en otras páginas o blogs y veo pasteles de colores brillantes que me llaman o de repente se me antoja algo y necesito hacerlo urgentemente (como casi todo en mi vida, pues no tengo demasiada paciencia para según qué cosas). Y de un antojo nació esta tarta de chocolate que, y esto va en serio, para quien esté colgado por el cacao es un must do. Receta adaptada de Joy of Baking.



Ingredientes (bizcocho de chocolate):

-          120 gr de chocolate negro troceado (yo he usado Nesté para repostería)
-           30 gr de chocolate negro en polvo sin azúcar
-          240 ml de agua hirviendo
-          295 gr de harina para repostería
-          1 sobre de levadura Royal
-          1 tsp de bicarbonato
-          ¼ de tsp de sal
-          226 gr de mantequilla sin sal a temperatura ambiente
-          250 gr de azúcar granulado
-          3 huevos grandes
-          2 tsp de extracto de vainilla ( también puede ser polvo de vainilla, vainilla en pasta o una vaina)
-          240 ml de leche



Preparación del bizcocho:

Nota antes de empezar: Hay dos maneras de hacerlo. Bien preparar todos los ingredientes y al final dividir la masa resultante en dos moldes o ponerlo todo en el mismo y después cortar el bizcocho en horizontal. Os diré que he probado las dos formas, más que nada porque en la receta original decían que había que poner 2 tsp de levadura y no me subió el bizcocho todo lo que yo esperaba, por lo que terminé haciendo otra vez la masa: finalmente me quedaron 4 capas, aunque sólo puse 3 porque no quería un rascacielos de chocolate (las dos primeras que hice en dos hornadas, y las dos segundas que resultaron de un único bizcocho que corté en dos).

La primera vez dividí en dos la masa. Hornear dos veces, pues si se pone un molde arriba y otro abajo no se hacen igual. Si estáis pensando en cambiarlos en mitad del proceso lo que puede pasar es que se estropee el invento, pues al abrir el horno el bizcocho se rebotará con vosotros y entonces pasará de dejar que la levadura haga su trabajo.

La segunda vez, puse toda la masa en un molde y el resultado es que, evidentemente, hay que hornear durante mucho más tiempo, el doble. Francamente creo que dividir la masa en dos es mejor, tal y como se recomienda.  

Precalentar el horno a 177º y colocar la bandeja en el centro. Podemos cortar dos hojas de hornear con forma de círculo para ponerlas en la base de cada molde (bastará con poner el papel debajo y delinear un círculo con un bolígrafo). También se puede engrasar bien cada molde con mantequilla o aceite y después espolvorear con harina sacudiendo al final para quitar el exceso.

Chocolate: en un bowl que aguante el calor (recomiendo uno de ‘loza’ de toda la vida), colocar el cacao en polvo y el chocolate negro troceado y verter el agua hirviendo (a ver, yo esperé un par de minutos para que se enfriara un poco, pero muy poco). Echar el agua despacito e ir mezclando hasta que quede una mezcla homogénea y dejar a parte.



Ingredientes secos: en otro bowl mezclar con varillas o un tenedor la harina, la levadura, el bicarbonato y la sal. Recordar que primero hay que tamizar la harina y la levadura.

Con la batidora: batir la mantequilla, que estará a temperatura ambiente y habremos cortado en cubitos, hasta que quede cremosa. Añadiremos gradualmente el azúcar y batiremos bien para que quede incorporado.

Añadiremos los huevos, como siempre uno a uno, y batiremos bien tras cada adición. Rascar los bordes y volver a batir. Repetir la acción todas las veces que sea necesario para que la mezcla sea homogénea y no queden grumos de azúcar en los bordes.

Posteriormente añadiremos  el extracto de vainilla y el chocolate que ya habíamos fundido, y batiremos bien todo.

Añadir harina y leche a la mezcla. Lo haremos en tres pasos (la harina) y en dos (la leche) batiendo tras cada adición:
-          1/3 de la harina
-          ½ de la leche
-          ½ de la harina restante
-          Resto de leche
-          Harina

Batir lo suficiente pero no demasiado, porque entonces el bizcocho no subirá todo lo deseado.

Dividir la masa en dos moldes y hornear uno tras otro. Después de hornear, dejar enfriar en una rejilla o lo que tengáis. Tras 10 minutos, desmoldar.

Mi recomendación es que si habéis horneado con papel lo dejéis y envolváis el bizcocho en film transparente con él puesto y lo enfriéis en la nevera tal cual. Si no habéis usado papel, pero sí moldes desmontables, dejad la base del molde y enfriad el bizcocho envuelto en film con la base puesta. Si habéis utilizado moldes normales, desmoldad con cuidado y envolved el bizcocho en film y dejad enfriar en la nevera.


Ingredientes para el frosting (chocolate buttercream):

-          200 gr de chocolate negro troceado
-          100 gr de chocolate negro en polvo sin azúcar
-          2 TBS de agua
-          80 ml de leche
-          400 gr de azúcar glas
-          1/8 tsp de sal
-          1 o 2 tsp de vainilla (en este caso no usar en vaina, porque deja semillas que quedan muy bien en un frosting blanco, pero no en el de chocolate )
-          113 gr de mantequilla a temperatura ambiente (si hace calor, yo no dejo que coja demasiada temperatura, para que no se derrita el frosting)



Chocolate: derretir el chocolate troceado y el cacao en polvo con las dos cucharadas soperas de agua en una cacerola (o como estéis acostumbrados/as a hacerlo). Apartar y dejar enfriar.

Mantequilla: batirla hasta que esté cremosa. Añadir el chocolate y todos los demás ingredientes (menos el azúcar glas) y mezclar bien.

Finalmente añadir el azúcar en polvo y batir hasta que quede una mezcla de textura esponjosa. Os daréis cuenta de que ya casi está cuando el chocolate se aclare. Si queda una mezcla poco consistente añadid más azúcar glas. Si, por el contrario, está demasiado seca, cosa que dudo, echad un ‘pelín’ más de leche, aunque siempre es preferible que quede más seca para poder cubrir bien la tarta sin que se derrame el frosting.

Montar la tarta: bien, hemos tenido los bizcochos enfriando en la nevera (mínimo 3 horas). ¿Por qué? Porque así no se nos desmigará cuando untemos el chocolate entre capa y capa ni cuando cubramos la tarta. 



Por cierto, los bizcochos para cualquier tarta se pueden congelar. Es más, hay quien lo recomienda. Creo que duran unos 3 meses. Después se sacan y se les hace el frosting, buttercream o cualquier cobertura que os apetezca sin problemas.

Sacamos los bizcochos y los colocamos en el soporte que tengamos. Normalmente se coloca en un pedestal giratorio (que yo no tengo, ni ganas de comprarme uno). Lo que yo he hecho es colocarlo en una base de cartón para tartas (que venden en ‘los chinos’ ;p). Colocaremos la primera capa y rellenaremos con una espátula o, en su defecto, con un cuchillo de mantequilla. Después colocaremos la segunda capa. Habrá que cubrir la tarta (toda ella) con frosting y después dejarla enfriar en la nevera unos 30 minutos.

Pasada esa media hora, volveremos a cubrir con frosting. La primera capa es una base que ayuda a cubrir la tarta con mayor facilidad. La podéis decorar como buenamente os parezca, el lado creativo os toca a vosotros. Yo he utilizado azúcar de color rosa y perlitas de azúcar.

Nota:  
La tarta fue transportada, por eso se ven las capas un poco raras. Tengo pendiente comprar cajas de cartón y no volver a sufrir tanto mientras la llevo en coche. Aunque las fotos son horrorosas, estaba de miedo :D.