jueves, 14 de junio de 2012

El día 1: un mal día para empezar

Mi cara B

Odio a la gente que cuando hace algo te dice “Si lo hago, lo hago perfecto o no lo hago” Ese tipo de personas a las que, y perdonadme por ser demasiado “sincera”, a simple vista no consideras especialmente inteligentes, ni brillantes, sino más bien personas anodinas que te sorprenden cuando descubres que tienen un don, nada menos, para la escritura, el bricolaje o, como ahora se ha puesto tan de moda, la repostería. Resulta que la mitad de la faz de la tierra sabe usar el horno, pero no para ‘echar’ dentro una carne con unas verduras hoscamente cortadas, sino que lo que tienen en sus cocinas es una mini cueva de Aladino, de la que siempre acaban sacando tesoros dulces o salados. Para más inri, hacen unas fotografías para subir a sus respectivos blogs que ni el National Geographic. ¿Why? ¿Es mi imaginación o desde que todos estamos interconectados por esa cosa que al principio llamaban la red de redes, parece  que el resto de nuestros congéneres, salvo una misma, son cuasi perfectos en algo, lo que sea? A mí, y vuelvo a pedir disculpas, no me dan para nada ganas de dejar un comentario en el blog del tipo: “Eres maravilloso, me encantan las fotos ;p”; o “Ains (no sé por qué ahora todo el mundo suspira con este monosílabo) qué envidia me das, envidia sana claro… Ojalá pudiera ser como tú”. Pues no, a mí no me da envidia sana, la verdad, me da de la otra, de la mala, mala. De la que sabes que si fuera de algún color sería verde, verde veneno. De esa que si escupes en la pared sabes que harás un agujero por el efecto del ácido venenoso esputado. Sí, esputado, una palabra fea, pero no puedo usar escupitajo, porque ya he dicho antes escupir y a eso se le llama repetición.
A veces me he levantado por la mañana y me he dicho a mí misma, en plan profundo, “Quiero cambiar de vida, creo que voy a montar algo por mi cuenta”. Entonces es cuando empieza mi obsesión por ir buscando en la red información, ya sean blogs, libros o noticias varias, sobre la repostería/cocina. Y ahí llega el problema, una quiere hacer algo que no se haya hecho hasta entonces, pero en cuanto entro en alguna de estas páginas tan personales y tan monas de amas de casa o mujeres profesionales que durante una baja por maternidad han revolucionado el mundo de la repostería, me deprimo. Me convierto en un soufflé mal hecho, me deshincho, voy bajando y bajando poco a poco de mi levitación hasta que toco el suelo y continuo dándole a mi ordenador para seguir escribiendo sobre la investigación con la que esté liada en ese momento. Otra oportunidad que se me escapa como un globo de helio. La veo alejarse, pero no siento, tan entumecida estoy por mi dolor de ver que los demás ya lo han inventado todo. ¿O no?