El otro día estaba pensando en
qué tipo de dulce podría llevar a casa de una amiga. Tenía claro que no podía
ser una tarta ni cupcakes, porque era imprescindible que durara, ya que
últimamente tiene bastantes visitas, así que habría sido una salida de tono
llevar cualquier tipo de buttercream, SMB, crema de queso, etc. Recordé unas
galletas de mantequilla (shortbread) que vi en Sweetapolita hace unos meses. Me
encantaron porque:
1º: tenían forma de nube y
parecían realmente ligeras
2º: las empleaba para adornar
cupcakes
3º: no eran cualquier tipo de
shortbread, sino de limón y mi olor favorito: lavanda
Desde que vi la receta no hacía
más que pensar que tenía que hacer esas galletas… hasta que me olvidé.
El otro día este recuerdo vino en
mi ayuda, pero me decidí a hacer algunas variaciones. Hice las de limón y
lavanda, pero las que más me gustaron fueron las de…pistachos.
La receta es maravillosa, el
sabor increíble y con los trucos que voy a dejar se consigue hornear en su punto
las galletas para que queden realmente blanquitas y tiernas, tiernas.
A quien le guste este fruto seco,
le recomiendo la receta que dejo a continuación.
Shortbread de pistachos:
-
227gr de mantequilla sin sal a temperatura ambiente
-
100gr de azúcar glas
-
5ml de vainilla
-
100gr de pistachos con sal picados (100gr sin cáscara)
-
190 gr de harina
-
75 gr de maicena
-
2 gr de sal
Receta:
1. Batir
la mantequilla, que previamente habremos cortado en cubitos, hasta que quede
cremosa.
2. Añadir
azúcar glas y seguir batiendo hasta que la mezcla sea esponjosa.
3. Añadir
el extracto de vainilla y batir hasta que quede bien repartido. Ahora, echar
los pistachos picados (si no se tiene picadora, se pueden picar a mano, no
tienen que quedar finos, queremos que crujan al morder).
4. Mezclar
bien los ingredientes secos (harina, maicena y sal) y añadirlos a los húmedos.
Batir hasta que queden mezclados.
5. Después
sacar con cuidado del bol y formar una bola con las manos. Colocar en film
transparente y tras envolver la masa aplastar hasta que nos quede una especie
de disco (se recomienda hacerlo cuando la masa esté envuelta, yo creo que es
mejor formar el disco sobre el film y después envolver. Cuando está envuelta y
se intenta aplastar no hay espacio suficiente al estar contenida por el celofán).
6. Guardar
la masa en la nevera 1 hora (se recomienda que sea como mínimo 1 hora, pero si
dejáis la masa tanto, al sacarla es una piedra y hay que esperar entre 30 y 40
minutos para que se atempere y poder trabajarla).
7. Pasada
la hora, amasar sobre una superficie plana, que habremos previamente
espolvoreado con harina, o amasar entre dos papeles de horno (yo prefiero esta
opción).
8. Recomiendo
no aplanar demasiado la masa con el rodillo, porque si dejamos una masa
demasiado fina es mucho más complicado el horneado y no se pueden apreciar el sabor ni la textura de la
mantequilla.
9. Con
el cortador/es que tengamos o con un vaso hacer las formas. Después colocar en
una bandeja, cubrir con film transparente y volver a meter en la nevera entre
15-20 minutos.
10. Pasado ese
tiempo, meter en el horno (precalentado durante 10 minutos a 125º-130º).
11. En la
receta se recomienda hornear a 176º aprox. (350º farenheit), pero lo cierto es
que mi primera hornada a esta temperatura no se quemó de milagro. Cuando hago
una receta por primera vez estoy siempre pegada al horno, no me importan las
temperaturas que se recomienden ni los minutos, no me fío un pelo. Pasados 3
minutos (de los 8-10 que se recomienda hornear) la masa empezó literalmente a
burbujear, hasta que bajé a 150º. Respeté el tiempo recomendado. Al sacar las
galletas, aunque eran perfectamente comestibles, no quedaron blancas y no se
apreciaba el sabor de la mantequilla. Las siguientes hornadas fueron mejorando
hasta que di con la temperatura ideal en mi horno (125º), aunque también digo
que tiene una temperatura algo más alta. Cada uno sabe cómo hornea el suyo. De
ahí el margen: 125º-130º.
12. OJO: hornear
a 125-130º unos 4 minutos. En ese momento abrir el horno 3 segundos para sacar
la humedad acumulada. Después volver a cerrar y cuando veamos que la base
adopta un color marrón claro hornear sólo por arriba. Contar 3 minutos y aunque
os parezca que las galletas están demasiado blancas, sacar del horno. No las
toquéis, estarán muy blandas y se romperán, por eso hay que sacar del horno con
la bandeja y no con espátula. Dejar enfriar unos 10 minutos. Cuando estén
frías, veremos que han endurecido, eso sí, al darles un mordisco de deshacen en
la boca. Para comprobar si es cierto, probad a hacer esta receta.
Conservar las galletas en una lata.
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