domingo, 4 de noviembre de 2012

Black or White cupcakes: ¿Qué edad tenéis realmente?







Cuando veo a un ex compañero/a de clase, ya sea del colegio o del instituto, empujando un carrito siempre me sorprendo. No es tan extraño, pensaréis. Pero para mí sí que lo es, y mucho. Porque sigo viendo a todos y a todas como si hubiéramos estado esa misma mañana en clase, diciéndonos que si "mi madre me ha comprado un Bollicao/Phoskito/Donuts/Pantera Rosa o me ha preparado un bocata para merendar. O bien, contándonos el último capítulo de Bola de Dragón, Caballeros del Zodiaco, Oliver y Benji… en fin, ya sabéis a qué me refiero. Por eso, cuando las veo a todas ellas, o a ellos, detrás de un cochecito o con un niño/a de la mano me sorprendo y pienso: “Ya verás cuando le cuente mañana en clase cómo va a ser de mayor, nos vamos a reír”.

Es cierto eso que dicen de que nos estancamos en una edad, lo que ocurre es que la gente suele plantarse en una época en la que estaban estupendos (he de aclarar que mi generación, la de 1980, no ha llegado todavía a ese punto, gracias a Dios), pero yo me he quedado mucho más atrás, concretamente en los 12. A esa edad recuerdo que fui a mi primer y único concierto de Michael Jackson. Era (y sigue siendo) tal mi amor por el rey, que conseguí que me llevaran hasta Madrid para verle (faltando a clase). ¿Qué padres tiene ésta? Pensaréis. Pues unos que tuvieron que padecer una huelga de hambre que hice durante 3 días, mas lloros continuos para lograr mi objetivo.



Muchos años después, a mis 29, Michael anunció en una rueda de prensa su última gira: “This is it- dijo- “After that the final courtain will come down”. El tiempo haría que aquella frase se convirtiera en una profecía.

Pero cuando el mundo todavía creía que existía una última oportunidad para ver al rey en concierto, recuerdo que yo acababa de dejar un trabajo que me costó algo de mi salud. Es difícil abandonar lo que te da el pan, pero hay circunstancias y circunstancias. Nada más saber de la gira, corrí hacia mi portátil, desde el que escribo ahora, para ver los asientos y el precio. Creedme, eran elevados, sí señor. Más bien dignos de una Paris Hilton. En ese preciso momento tuve una aparición. Vi a una niña, de unos 12 años, sentada frente a mí. Llevaba el pelo ondulado (por algún producto químico) e iba sospechosamente arreglada para su edad. Pero lo que más me inquietó fue ver la cara de incredulidad con la que me miraba: “¿Nos vas a traicionar?- me preguntó. No sabía a qué se refería, hasta que señalando uno de los pósters de Michael que tengo (sí, lo reconozco y no pienso cambiar) volvió a hablar: “¿Ahora que eres adulta no piensas cumplir con tu parte del trato?”  Entonces recordé.

Volví a verme en mi habitación escuchando las primeras canciones de Michael con las que me hice fan (después vendrían tooooodas las demás) y pensé que no sería justo no hacer ese sacrificio por aquella niña, por mí. Intenté comprar la entrada desesperadamente, repito, d-e-s-e-s-p-e-r-a-d-a-m-e-n-t-e. Tarjeta en mano entré en la página del Arena 02 en Londres y reservé un asiento como mínimo 10 veces. Pero había problemas y no me aceptaban la compra, aunque sí me retenían el saldo que prometían devolverme en unos 8 días.

Intenté comprarlas a través de mi banco, esta vez unas 25 veces…pero nada. Finalmente, y con más de unas cuantas lágrimas derramadas, pensé que si no podía ser para los primeros conciertos sería para la segunda tanda. Todos sabemos qué sucedió poco después, y quienes me conocen saben cómo me tomé que MJJ se fuera. 



Lo importante para mí, y la pregunta que siempre me hago desde entonces, es ¿cuántas promesas que nos hicimos siendo niños, cuando todavía éramos realmente nosotros mismos, hemos traicionado?

Cuando éramos niños queríamos ser adultos, pero, evidentemente, no para trabajar ni para tener responsabilidades, sino porque realmente creíamos que con el dinero que tendríamos (unos más, otros menos) compraríamos todas las chucherías que quisiéramos. Creíamos que nos gastaríamos el salario en hacer viajes, pero no de los de la asquerosa pulserita, ni de esos en los que vas a un museo para decirle a todo el mundo que has ido a la exposición de Fulano/a de Tal, sino un viaje de aventuras. Pensábamos que ser adulto sería divertido porque nosotros, a diferencia de los adultos que nos precedieron y de los que nos daban órdenes, seríamos diferentes: nosotros sabríamos qué hacer con eso de ser independientes; nosotros seríamos libres.

Por eso, cuando he llegado a la ‘adultez’ me he dado cuenta de que esto no es tan divertido, al menos, no tanto como creía que iba a ser. ¿Y qué vas a hacer? ¿volver atrás? No, pero me he prometido a mí misma tener 12 años siempre y no olvidar quién soy. Y os aseguro una cosa, si todas/os recordáramos con más frecuencia de dónde venimos, sabríamos con certeza a dónde queremos ir.



White cupcakes: adaptación de la receta de Objetivo Cupcake perfecto

Ingredientes:

- 220gr de harina
- 220gr de azúcar
- 125gr de mantequilla (a temperatura ambiente)
- 120ml de leche
- 2 tsp de levadura química
- 2 tsp de aroma
- 2 huevos



Precalentar horno a 180º durante 10 minutos (muy importante que sean 10 y no menos). Colocar cápsulas en la bandeja

  • Batir la mantequilla, previamente cortada en dados, hasta que se forme una pasta. Añadir el azúcar hasta que la mezcla quede esponjosa.

  • Añadir los huevos, uno a la vez, y batir bien tras cada adición.

  • Batiendo a baja velocidad, añadir la harina tamizada con la levadura química y a continuación la leche.

  • Finalmente, incorporar el aroma (vainilla).

  • Repartir la mezcla en las cápsulas ayudándonos de una cuchara para helado.

  • Hornear entre 17 y 22 minutos (hasta que un palillo de dientes salga limpio)

  • Dejar enfriar en la bandeja 5 minutos. Después colocar cada cupcake sobre una rejilla para que se enfríen.


Black Frosting:

Ingredientes:

- 90gr de chocolate negro (yo usé el de Nestlé para repostería)
- 13ogr de mantequilla
- 120gr de azúcar en polvo
- 30gr de chocolate negro en polvo sin azúcar



  • Derretir 90gr de chocolate en una cacerola con dos cucharadas soperas de agua. Apartar para dejar enfriar.
  • Batir 130gr de mantequilla, algo más fría que a temperatura ambiente para que mantenga cuerpo
  • Añadir 60gr de azúcar en polvo a la mantequilla. Batir a velocidad media durante 2 minutos
  • Rascar bien los bordes de cuando en cuando y continuar batiendo
  • Añadir el chocolate derretido y una tsp de vainilla. Batir bien 2 minutos a velocidad media
  • Añadir el chocolate en polvo y volver a batir, para después añadirle los 60gr de azúcar glas restantes a velocidad alta hasta que tome cuerpo el frosting. Si la mezcla está demasiado seca añadir leche, si está demasiado líquida añadir azúcar en polvo o, si se prefiere, leche en polvo para que no quede tan dulce.

Black cupcakes: banana chocolate cupcake (de la receta original de Joy of Baking)

Ingredientes:

- 130gr de harina
- 200gr de azúcar
- 35gr de cacao en polvo sin azúcar
- ¾ tsp levadura química
- ¾ tsp bicarbonato
- ½ tsp sal
- 1 plátano maduro
- 1 huevo L
- 120ml de agua templada
- 60ml de aceite de girasol
- 60ml de leche
- Extracto de vainilla

Precalentar el horno a 180º durante 10 minutos (muy importante que sean 10 y no menos). Colocar cápsulas en bandeja.
  • Mezclar a mano los ingredientes secos, previamente tamizados, con varillas y dejar en un bowl.
  • En otro recipiente aplastar el plátano con un tenedor. Añadir el huevo y mezclar hasta que quede todo homogéneo.
  • Añadir 120ml de agua templada, mezclar.
  • Verter 60ml de aceite de girasol, mezclar.
  • Añadir 60ml de leche,  mezclar.
  • Incorporar extracto de vainilla al gusto.
  • Hacer un agujero en los ingredientes secos y añadir los mojados. Mezclar bien (recomiendo hacerlo con una lengua de silicona)
  • Repartir la mezcla con una cuchara para helado en las cápsulas. Hornear 18-20 minutos y después dejar enfriar en la bandeja durante cinco minutos. Pasado este tiempo colocar cada cupcake sobre una rejilla y dejar enfriar.


White frosting: cream cheese frosting

Ingredientes:

250gr de queso de untar (yo he usado Philadelphia)
150gr de mantequilla
200gr de azúcar
200gr de leche en polvo
2 tsp de vainilla
  • En el bowl de la batidora colocar la mantequilla y batir hasta que esté cremosa
  • Añadir el queso y batir durante 4 minutos a velocidad media hasta que los dos ingredientes se hayan incorporado
  • Añadir los 200gr de azúcar glas y batir a velocidad media. Rascar los bordes de cuando en cuando y seguir batiendo
  • Añadir la esencia de vainilla, yo he usado vainilla natural en polvo, y volver a batir

Tras esto, poner la mezcla, tanto la de chocolate como la de queso, en su manga correspondiente y decorar el cupcake –de vainilla o de chocolate.

Yo he añadido todas las decoraciones que he ido reuniendo en este tiempo, perlas de azúcar, azúcar rosa, fideos de colores, coco rallado, almendras tostadas… Espero que os haya gustado y que probéis a ver qué tal.





viernes, 28 de septiembre de 2012

Chocolate butter cake




Cuando pienso en una tarta siempre me vienen a la cabeza dos, una blanca, con bizcocho de vainilla y otra negra, de chocolate. Con este último tengo una relación curiosa. Bien me muero por él y necesito comerlo todos los días -conguitos, M&Ms, chocolatinas varias: Mars, Lion y mi favorita de todos los tiempos: Snickers.  Bien, me olvido por completo y me da por comer fruta y verdura.

Lo que sí tengo comprobado es que cuanto menos chocolate como menos me apetece y cuanto más… en fin, se me ha entendido ¿no? Otra cosa que sé es que me encanta la combinación cacahuete-chocolate, mucho más que con almendras, ¿dónde va a parar?

Dejando de lado mi afición por la única combinación de chocolate y frutos secos que me gusta, el otro día se me ocurrió preparar una tarta, pero de esas que se ven en las películas americanas: tres capas, chocolateadas por dentro y por fuera con un buttercream que hace que me den ganas de introducir la mano en la pantalla y comérmelo a  ‘dedazo’ limpio.

Como me suele ocurrir con casi todas las recetas, ésta era ‘mi primera vez’… con la tarta de chocolate. Y reconozco que eso es lo que más me gusta: no repetir e ir probando una tras otra.

Siempre me propongo volver a hacer alguna receta cuando descubro durante el proceso qué debería haber cambiado, en qué no debía haber hecho caso al/la repostero/a del/la que la obtuve, pero la tentación es demasiado fuerte. Entro en otras páginas o blogs y veo pasteles de colores brillantes que me llaman o de repente se me antoja algo y necesito hacerlo urgentemente (como casi todo en mi vida, pues no tengo demasiada paciencia para según qué cosas). Y de un antojo nació esta tarta de chocolate que, y esto va en serio, para quien esté colgado por el cacao es un must do. Receta adaptada de Joy of Baking.



Ingredientes (bizcocho de chocolate):

-          120 gr de chocolate negro troceado (yo he usado Nesté para repostería)
-           30 gr de chocolate negro en polvo sin azúcar
-          240 ml de agua hirviendo
-          295 gr de harina para repostería
-          1 sobre de levadura Royal
-          1 tsp de bicarbonato
-          ¼ de tsp de sal
-          226 gr de mantequilla sin sal a temperatura ambiente
-          250 gr de azúcar granulado
-          3 huevos grandes
-          2 tsp de extracto de vainilla ( también puede ser polvo de vainilla, vainilla en pasta o una vaina)
-          240 ml de leche



Preparación del bizcocho:

Nota antes de empezar: Hay dos maneras de hacerlo. Bien preparar todos los ingredientes y al final dividir la masa resultante en dos moldes o ponerlo todo en el mismo y después cortar el bizcocho en horizontal. Os diré que he probado las dos formas, más que nada porque en la receta original decían que había que poner 2 tsp de levadura y no me subió el bizcocho todo lo que yo esperaba, por lo que terminé haciendo otra vez la masa: finalmente me quedaron 4 capas, aunque sólo puse 3 porque no quería un rascacielos de chocolate (las dos primeras que hice en dos hornadas, y las dos segundas que resultaron de un único bizcocho que corté en dos).

La primera vez dividí en dos la masa. Hornear dos veces, pues si se pone un molde arriba y otro abajo no se hacen igual. Si estáis pensando en cambiarlos en mitad del proceso lo que puede pasar es que se estropee el invento, pues al abrir el horno el bizcocho se rebotará con vosotros y entonces pasará de dejar que la levadura haga su trabajo.

La segunda vez, puse toda la masa en un molde y el resultado es que, evidentemente, hay que hornear durante mucho más tiempo, el doble. Francamente creo que dividir la masa en dos es mejor, tal y como se recomienda.  

Precalentar el horno a 177º y colocar la bandeja en el centro. Podemos cortar dos hojas de hornear con forma de círculo para ponerlas en la base de cada molde (bastará con poner el papel debajo y delinear un círculo con un bolígrafo). También se puede engrasar bien cada molde con mantequilla o aceite y después espolvorear con harina sacudiendo al final para quitar el exceso.

Chocolate: en un bowl que aguante el calor (recomiendo uno de ‘loza’ de toda la vida), colocar el cacao en polvo y el chocolate negro troceado y verter el agua hirviendo (a ver, yo esperé un par de minutos para que se enfriara un poco, pero muy poco). Echar el agua despacito e ir mezclando hasta que quede una mezcla homogénea y dejar a parte.



Ingredientes secos: en otro bowl mezclar con varillas o un tenedor la harina, la levadura, el bicarbonato y la sal. Recordar que primero hay que tamizar la harina y la levadura.

Con la batidora: batir la mantequilla, que estará a temperatura ambiente y habremos cortado en cubitos, hasta que quede cremosa. Añadiremos gradualmente el azúcar y batiremos bien para que quede incorporado.

Añadiremos los huevos, como siempre uno a uno, y batiremos bien tras cada adición. Rascar los bordes y volver a batir. Repetir la acción todas las veces que sea necesario para que la mezcla sea homogénea y no queden grumos de azúcar en los bordes.

Posteriormente añadiremos  el extracto de vainilla y el chocolate que ya habíamos fundido, y batiremos bien todo.

Añadir harina y leche a la mezcla. Lo haremos en tres pasos (la harina) y en dos (la leche) batiendo tras cada adición:
-          1/3 de la harina
-          ½ de la leche
-          ½ de la harina restante
-          Resto de leche
-          Harina

Batir lo suficiente pero no demasiado, porque entonces el bizcocho no subirá todo lo deseado.

Dividir la masa en dos moldes y hornear uno tras otro. Después de hornear, dejar enfriar en una rejilla o lo que tengáis. Tras 10 minutos, desmoldar.

Mi recomendación es que si habéis horneado con papel lo dejéis y envolváis el bizcocho en film transparente con él puesto y lo enfriéis en la nevera tal cual. Si no habéis usado papel, pero sí moldes desmontables, dejad la base del molde y enfriad el bizcocho envuelto en film con la base puesta. Si habéis utilizado moldes normales, desmoldad con cuidado y envolved el bizcocho en film y dejad enfriar en la nevera.


Ingredientes para el frosting (chocolate buttercream):

-          200 gr de chocolate negro troceado
-          100 gr de chocolate negro en polvo sin azúcar
-          2 TBS de agua
-          80 ml de leche
-          400 gr de azúcar glas
-          1/8 tsp de sal
-          1 o 2 tsp de vainilla (en este caso no usar en vaina, porque deja semillas que quedan muy bien en un frosting blanco, pero no en el de chocolate )
-          113 gr de mantequilla a temperatura ambiente (si hace calor, yo no dejo que coja demasiada temperatura, para que no se derrita el frosting)



Chocolate: derretir el chocolate troceado y el cacao en polvo con las dos cucharadas soperas de agua en una cacerola (o como estéis acostumbrados/as a hacerlo). Apartar y dejar enfriar.

Mantequilla: batirla hasta que esté cremosa. Añadir el chocolate y todos los demás ingredientes (menos el azúcar glas) y mezclar bien.

Finalmente añadir el azúcar en polvo y batir hasta que quede una mezcla de textura esponjosa. Os daréis cuenta de que ya casi está cuando el chocolate se aclare. Si queda una mezcla poco consistente añadid más azúcar glas. Si, por el contrario, está demasiado seca, cosa que dudo, echad un ‘pelín’ más de leche, aunque siempre es preferible que quede más seca para poder cubrir bien la tarta sin que se derrame el frosting.

Montar la tarta: bien, hemos tenido los bizcochos enfriando en la nevera (mínimo 3 horas). ¿Por qué? Porque así no se nos desmigará cuando untemos el chocolate entre capa y capa ni cuando cubramos la tarta. 



Por cierto, los bizcochos para cualquier tarta se pueden congelar. Es más, hay quien lo recomienda. Creo que duran unos 3 meses. Después se sacan y se les hace el frosting, buttercream o cualquier cobertura que os apetezca sin problemas.

Sacamos los bizcochos y los colocamos en el soporte que tengamos. Normalmente se coloca en un pedestal giratorio (que yo no tengo, ni ganas de comprarme uno). Lo que yo he hecho es colocarlo en una base de cartón para tartas (que venden en ‘los chinos’ ;p). Colocaremos la primera capa y rellenaremos con una espátula o, en su defecto, con un cuchillo de mantequilla. Después colocaremos la segunda capa. Habrá que cubrir la tarta (toda ella) con frosting y después dejarla enfriar en la nevera unos 30 minutos.

Pasada esa media hora, volveremos a cubrir con frosting. La primera capa es una base que ayuda a cubrir la tarta con mayor facilidad. La podéis decorar como buenamente os parezca, el lado creativo os toca a vosotros. Yo he utilizado azúcar de color rosa y perlitas de azúcar.

Nota:  
La tarta fue transportada, por eso se ven las capas un poco raras. Tengo pendiente comprar cajas de cartón y no volver a sufrir tanto mientras la llevo en coche. Aunque las fotos son horrorosas, estaba de miedo :D.



lunes, 6 de agosto de 2012

Tajine de cordero con peras al caramelo y almendras fritas





Después de unos cuantos post con recetas más que dulces tocaba una salada… bueno dulce y salada.

El marqa o tajine es un estofado típico del Magreb, y cuando digo Magreb me refiero a Túnez, Argelia y Marruecos. El tajine es en realidad un recipiente de barro cocido, probablemente muchos lo conozcáis pues tiene una tapa bastante característica en forma de cono. Es en la base de ese ‘cacharro’ donde se cocina normalmente el guiso que previamente se fríe.

Este es un plato típico también de las bodas: lo hay de pollo, de ternera, de cordero e incluso de pescado, aunque también lo hay de verduras. A veces va acompañado de aceitunas, de ciruelas pasas, de orejones, de pasas… Mi abuela lo hace también con membrillo y una vez lo presentó con manzanas al caramelo rellenas de mazapán casero.

Otra cuestión es el azúcar, me explico: la carne se puede preparar dulce o salada, pero en mi casa (y con eso me refiero a toda mi familia, en el sentido más amplio de ‘toda’) preferimos la carne preparada son sal y el tajine dulce (los orejones, las pasas o, como en este caso, las peras) preparado a parte, para finalmente servir carne y guarnición juntos.

Como ya he explicado hay una gran variedad, pero no sé por qué el otro día pensé en combinarlo con peras. Nunca antes había probado el tajine con esta fruta, lo que no quiere necesariamente decir que no exista, si bien yo no he oído hablar de él. Como es una receta muy de casa, en plan “un puñado de esto”, “una pizca de lo otro” y el famoso “ponle agua”, no esperéis encontrar una receta en la que abunden los ‘ml’ y los ‘gr’.


Ingredientes para el tajine de cordero:

-     4 cucharadas soperas de aceite de oliva
-     2 tomates secos
-          1 tsp de jengibre en polvo
-          1 tsp de colorante en polvo (opcional)
-          Cordero: paletilla deshuesada y cortada en trozos medianos (se puede usar cualquier parte del cordero)
-          Salar al gusto (yo puse 1 cucharada y ½ sopera)
-          Agua: 800ml (o la cantidad que necesitéis para cubrir la carne que hayáis usado)


Ponemos una olla mediana al fuego con las 4 cucharadas de aceite de oliva. No es imprescindible utilizar un tajine de barro, de hecho yo lo he hecho con una olla como comento aquí.

Dejamos que caliente el aceite unos 2 minutos y añadimos los tomates secos, el jengibre, el colorante y los trozos de cordero. Dejaremos que se frían a fuego fuerte. No debemos hacerlos demasiado, más que nada hay que marcar la carne por todos los lados y después cubrir con agua. Se coloca la tapa a medias, que quede algo de aire y se deja hacer a fuego lento. Esto es importante, siempre a fuego lento.




Ingredientes tajine de peras al caramelo:

-          2 cucharadas soperas de aceite de oliva
-          Media cebolla dulce (mediana)
-          5 cucharadas soperas de azúcar (o al gusto)
-          3 tsp de canela en polvo
-          1 rama de canela
-          400 ml de agua
-          3 peras
-          Un limón
-          Una naranja
-          Unas gotas de aceite de agua de azahar (yo he usado aceite de azahar que he traído de Argelia y te perfuma toda la casa :). Si no se tiene la esencia se puede usar agua de azahar normal, entonces poner1tsp.
-          Almendras (la cantidad que os apetezca)


Poner una olla grande al fuego con el aceite. Cortar la media cebolla en juliana y dejar pochar a fuego lento. Cuando la cebolla esté lista subir el fuego y freírla hasta dorarla un poco.

Añadir el zumo de un limón y de una naranja y el azúcar. Tapar y dejar que se forme la salsa de caramelo. Cuando esté lista  colocaremos con cuidado las peras. Previamente las habremos pelado y descorazonado para dejarlas completamente limpias. Yo he procurado usar peras grandes que estuvieran un poco duras para que no se me rompieran durante la cocción. Las dejaremos hacerse unos 8 minutos, para que no queden demasiado blandas. Cuando estén hechas las dejaremos enfriar sin la tapa para que dejen de cocerse.



Yo he emplatado colocando unos trocos de cordero en el centro y dos mitades de pera a los lados. Por encima de la carne he echado la salsa salada de la carne y por encima de las peras también para darle el punto dulce salado. Supongo que habrá gente que prefiera la salsa de las peras sobre la carne, eso ya es una cuestión personal.





Por encima, y como colofón para dar un toque crujiente, colocaremos unas almendras fritas. A mí me gusta comprarlas peladas y freírlas en casa, porque tienen mucho mejor sabor y al no llevar sal se aprecia más su sabor.



Espero que os guste y que la probéis, en mi casa ha tenido mucho éxito. 









lunes, 23 de julio de 2012

Red Velvet Cake y Feliz Ramadán






Sí, el pasado viernes 20 de julio empezó el Ramadán, que como todo el mundo sabe es el mes de ayuno para los musulmanes. Sé que mucha gente ve este mes como algo raro, difícil y, sobre todo, como un sacrificio innecesario. Pero ¿cómo explicarlo para que no parezca una práctica alienígena?

El mes de Ramadán es en realidad como una fiesta “¿Una fiesta en la que no puedes comer, ni beber?” Sí, lo es. Es un mes en el que se supone que los musulmanes deben saber qué se siente al no tener nada que llevarse a la boca ni nada que beber hasta que se pone el sol. Además es un mes para reflexionar, agradecer y poner a prueba nuestra fuerza de voluntad.

Es cierto que cuando empieza a oscurecer, nosotros nos ponemos las botas, y también es cierto que un artículo que leí la semana pasada en El País  me dio que pensar, mejor dicho, lo que me hizo reflexionar fue un comentario que aparecía a pie de noticia. El titular rezaba: “Los médicos alertan del riesgo para los diabéticos de ayunar en Ramadán”:

“El ayuno representa un riesgo significativo para la salud de las personas con diabetes, pero a pesar de esto, muchas de ellas ayunan sin consultar con un médico y se pueden desarrollar complicaciones agudas”, afirma el doctor Wasin Hanif, especialista en diabetes y endocrinología en el Hospital Universitario de Birmingham, Reino Unido.

Supongo que este tipo de cosas son las que hacen que muchas personas no entiendan esta práctica, pero es que estoy totalmente de acuerdo con el doctor Hanif, el Ramadán no debe ser, ni es, un sacrificio que te cueste la salud. Ése no es el verdadero sentido de este mes. Pero, continuando con lo que quería decir, el comentario que más me escamó fue el siguiente:

"Luego por las noches se ponen morados, y por dia no rinden en el trabajo ya que me vas a contar en pleno julio trabajando sin comer ni beber nada no se como se puede hacer, ahhh si lo se no trabajando, para eso estamos los demas para pagarles las ayudas" (beamonteses).

El tono agrio no es nada nuevo  (ni las faltas de ortografía en personas que tienen este tipo de ideas), pero sí que es cierto que por las noches nos ponemos morados. No debería ser así, aunque lo importante es sentir mientras ayunas el hambre y, sobre todo con este calor, la sed. Cuando cae el sol es cuando realmente te paras a pensar, cuando ves que tienes una mesa llena de distintos platos mientras hay gente ahí fuera que durante todo el año ‘ayuna’ aunque la puesta de sol no vaya a suponer ninguna tregua para sus estómagos. Por eso antes de que acabe el mes, unos tres días antes, es obligatorio, para todo aquel que pueda, dar la fitra  o limosna. Esto puede traducirse en ir a la carnicería y comprar carne para el vecino que sabes que las está pasando ‘canutas’; o pensar en dar a esa señora a la que ves por las mañanas cuando vas a trabajar pidiendo en la puerta de un supermercado; o en aquel amigo/a que sabes que no se atreve a decirte que necesita de ti porque no tiene para llegar a fin de mes… En fin, son muchas las situaciones y muchas las personas a las que se puede ayudar. Por eso este mes me gusta.

Pero también está la sensación de fiesta, como en Navidad, que también celebro, aunque sin el sentido religioso. Para mí es una fiesta en la que Papá Noel me traerá lo que le haya pedido. Y sí, sé que soy mayorcita, pero qué le voy a hacer ;p.

Todos los días son fiesta en Ramadán, todos los días te sientas a la mesa con tus seres queridos tras la dura experiencia del día. A mí, que me encanta la cocina, me fascina comprobar cómo se desarrollan el sentido del olfato y el del gusto, que hace que hasta un trocito de pan te sepa a gloria. Así que, como mis orígenes son taaan variopintos -que si de padre italiano, de madre argelina y con hermanos ingleses- pensé que lo mejor para celebrar esta fiesta era preparar un dulce que no me toca de nada: la exquisita tarta americana Red Velvet Cake. El proceso fue largo y duro porque es la primera vez que la hago, pero todo sea por la repostería… y mi estómago.

¿Qué es la Red Velvet Cake? Es una tarta de chocolate cuya peculiaridad radica en el contraste de color, por dentro es roja y por fuera blanca, ya que lleva un frosting de queso (mi preferido). Ésta parece ser una asignatura obligatoria, pues en la mayoría de los blogs de repostería aparece, así que me he puesto manos a la obra para ver a qué tanta historia con la Red Velvet Cake y… me he enamorado. Sí, me he enamorado de lo jugoso que es el bizcocho y de su textura extremadamente suave. Eso sí, advierto de una cosa, como el frosting no me salió lo suficientemente consistente después cubrí la tarta con un fondant de vainilla de Funcakes que tenía. Aquí se cuenta todo :D.

Ingredientes: (todos los ingredientes utilizados son halal y kosher)
-          500 gr de harina tamizada
-          1 tsp de sal
-          30 gr de cacao en polvo (yo he usado cacao puro sin azúcar de la marca Lindt)
-          226 gr de mantequilla
-          600 gr de azúcar granulado
-          4 huevos L
-          4 tsp de esencia de vainilla (he usado la vainilla en polvo con azúcar, no la blanca sino esa oscura de Vahiné)
-          480 ml de buttermilk (abajo explico cómo se prepara)
-          4 TBS (cucharadas soperas) de colorante rojo
-          2 tsp de vinagre blanco
-          2 tsp de bicarbonato
-          2 tsp de levadura tipo Royal




Aclaraciones:

  1. Normalmente lo que se utiliza es esencia de vainilla, pero yo no la puedo usar porque es una maceración en alcohol de las vainas. Por eso lo que hago es sustituirla por polvo de vainilla. Cuando la receta lleva leche (sin vinagre) se pueden calentar vainas en ella y así obtener el sabor deseado con las semillas negras que le dan un toque de glamour al dulce en cuestión.
  2. La receta de la Red Velvet Cake es de Joy of Baking, sólo que yo la he tuneado un poco (he añadido la levadura química y el fondant de vainilla, así como la decoración que se me ha antojado).
  3. Las medidas que doy hay que dividirlas en dos. He hecho primero dos bizcochos y después otros dos para que la tarta tenga cuatro capas. En la receta original, se supone que con la mitad salen dos bizcochos que se pueden cortar por la mitad obteniendo así las cuatro capas preceptivas… quien quiera puede intentarlo, a mí no me salieron lo suficientemente altos como para cortarlos.

Buttermilk: para elaborar el buttermilk hay que diluir en 240 ml de leche una TBS de vinagre (puede ser de vino blanco, de manzana o incluso de zumo de limón). La mezcla se dejará reposar 10 minutos. Por eso no hay que hacerla hasta antes de añadirla a la masa. ¿Para qué sirve? El buttermilk es de lo mejor que hay, ayuda a que los rebozados y los bizcochos queden ligeros. Yo lo utilizo también para hacer pollo frito estilo KFC, sólo que me sale muuucho mejor. Una asignatura pendiente es un post con esta receta que me encanta.



Red Velvet Cake: 12-14 raciones

• Precalentar horno a 180º. Engrasar con mantequilla dos moldes redondos para tarta (se recomienda que sean de 23 cm de diámetro. Vamos, los moldes normales). Tras engrasar, colocaremos en la base (por debajo del molde) papel de horno y con un lápiz haremos un círculo siguiendo la línea. Repetiremos la operación para poder pegar estos círculos dentro del molde en la base previamente engrasada. Esto nos ayudará a desmoldar con mayor facilidad (lo sé, he repetido mucho ‘molde’, ‘desmoldar’ y… ‘molde’, otra vez).

• En un bowl tamizar la harina, el cacao, la sal y la levadura. Mezclar bien y apartar.

• En otro bowl -el de la batidora eléctrica o, si lo hacéis a mano, simplemente otro cuenco- batir la mantequilla hasta que se forme una pomada. Después, añadir el azúcar y batir hasta que la mezcla esté ligera y esponjosa. Echar los huevos, de uno en uno, y batir tras cada adición.  Añadir la  vainilla y mezclar hasta que se incorpore.

• En un vaso medidor añadir al buttermilk dos TBS de colorante rojo líquido o en gel. Aquí está la clave para que nos quede la clásica Red Velvet Cake, pero, claro, yo gasté toda una botellita de colorante rojo, más un tubito de esos cutres que venden el  súper, más unas gotas de colorante en gel de Americolor y éste es el rojo que he logrado. Os he puesto lo de las dos cucharadas soperas como indica la receta, pero os cuento mi experiencia.

• Tras esto deberemos añadir a la mezcla de mantequilla y huevos la harina y la leche teñida en tres adiciones, empezando y terminando por la harina. ¿Suena confuso? Hay que hacerlo así:

a) Verter un tercio de la mezcla de harina y batir
b) Verter un tercio de la leche 'colorá' y batir
c) Verter la mitad de la harina y batir
d) Verter toda de leche y batir
e) Verter lo que queda de harina y batir



• Comprobaréis que el resultado es una masa brillante bastante roja. Pues ahora viene la mejor parte, lo que yo llamo: “Quimicefa” (¿os acordáis?). En un pequeño cuenco pondremos una tsp de vinagre y añadiremos una tsp de bicarbonato (el vinagre que viene en los ingredientes no lo habíamos usado todavía, el del buttermilk no cuenta porque era para elaborarlo). Veréis que la mezcla burbujea (mi parte favorita), pues tendréis que añadirla a la masa, mezclar rápidamente y dividir la masa a ojo entre los dos moldes para meterlos en el horno…¡¡¡Ahhhhhhhh qué estrés!!!

• Bien, ya tenemos nuestros bizcochos en el horno, calentando por arriba y por abajo, y deberemos mantenerlos unos 25-30 minutos (ya sabéis, truco del palillo: seco, listos; húmedo, un poquito más). Yo coloqué cada molde en una bandeja distinta, aunque en los hornos americanos (ya sabéis que todo allí es XXL) caben los dos moldes en la misma bandeja, es más, seguro que si me pongo de cuclillas quepo hasta yo. A los 20 minutos intercambié de posición los bizcochos, por si acaso.

• Cuando ya estén hechos, los sacaremos y dejaremos reposar unos 10 minutos. Tras esto, los desmoldaremos y colocaremos sobre una rejilla (yo enfrié bien la del horno y le puse en ambos extremos dos soportes para que estuviera elevada).

• Después meteremos los bizcochos en la nevera envueltos en film transparente como mínimo unas 2 horas. ¿Por qué? Porque así nos será mucho más fácil trabajar el bizcocho y cortarlo, limarlo o lo que le queramos hacer. Por cierto,  cuando los metí a enfriar, no les quité el papel de hornear, el que tenían en la base, para que no se rompieran cuando todavía estaban a temperatura ambiente.

• Bien, ahora deberemos repetir todo el proceso para volver a hornear otros dos bizcochos que enfriaremos en la nevera. Es duro, lo sé, pero merece la pena.

 
• Tras las dos horas (yo dejé mis bizcochos 4 horas, incluso se pueden hacer semanas antes y congelarlos, porque cuanto más tiempo mejor) prepararemos el frosting de queso.


Cream Cheese Frosting:

 Ingredientes:

-          227 gr de queso crema (tipo Philadelphia) a temperatura ambiente
-          227 gr de mascarpone a temperatura ambiente
-          1 tsp vainilla
-          115 gr de azúcar glas (previamente tamizado)
-          360 ml de nata líquida 

Para decorar (opcional):

-          1 tsp de azúcar granulado
-           ½ tsp  de colorante rojo
-          1 molde para el fondant
-          2 frambuesas




• En un bowl batir el queso crema y el mascarpone hasta que estén cremosos. Añadir la vainilla y el azúcar glas y batir hasta que la mezcla sea homogénea y suave.

• Con el batidor eléctrico de varillas batir e ir incorporando poco a poco la nata líquida. Aquí se me presentó el problema. Puse todos los ingredientes con las medidas que se pedían, pero la consistencia no era la deseada, ya que el queso crema americano tiene mucha más grasa que el nuestro por lo que siempre queda con más cuerpo. Así que añadí 300gr más de azúcar glas y 360 ml más de nata líquida. La cosa mejoró algo, pero no como para que pudiera cubrir la tarta. Así que, saqué los bizcochos, serré las tapas con cuidado, quité los bordes con un cortador redondo (el de pizzas) y rellené entre capa y capa con el queso. Después cubrí la tarta con más queso y esperé unos cinco minutos para añadirle el fondant (que hay que amasar con un rulo y poner azúcar glas sobre la superficie en la que vayamos a trabajarlo para que no se pegue). Colocaremos el fondant sobre la tarta ayudándonos del rulo (enrollamos en el mismo y después lo colocamos encima del bizcocho para poder deplegarlo). Veréis que sobra un poco por los bordes, cortaremos con el cortador de pizza o con un cuchillo.

• Adornos: con lo que me sobró hice el camafeo que se ve. Teñí el fondant de rojo y coloqué la pasta en el molde. Alrededor decoré con azúcar que puse en una bolsa pequeña de plástico a la que le añadí unas gotas de colorante del mismo color, haciendo honor al nombre de la tarta ;p. Después masajeé el azúcar hasta  que quedó teñido. Se lo ví hacer a una amiga hace unos años y me pareció una buena idea que ahora he podido aplicar.



Notas:
a)      Que nadie crea que con la aclaración sobre qué es el Ramadán intento hacer proselitismo, este blog es mi vida y cuento mis citas con el dentista, mis envidias verdes y, por qué no, mi filosofía de vida. Sin más : )
b)      Mis fotos son desastrosas, pero ¿a qué no sabéis qué? No tengo solución.
c)      Estamos en crisis, así que no penséis que lo que me sobró tras serrar los bizcochos ha ido a parar al cubo de la basura, de eso nada. Las sobras están en el congelador esperando a tener más hermanas para poder hacer cake pops o los bizcolados de Sandra (la Receta de la Felicidad).
d)     Besos de azúcar


martes, 10 de julio de 2012

Banana chocolate cupcakes y mi visita al dentista


Otro post, otro capricho






 La semana pasada TUVE que ir al dentista. Repito, TUVE. No fui ni por una revisión, ni por hacerme la cool que cumple con la cita anual preceptiva. No. Fui porque había intentado hacer la vista gorda con una muela que lleva cuatro años dándome la lata. Lo cierto es que acudí a otro dentista en su momento para que me hiciera un empaste, pero en cuanto me rozaba el diente con el aparatito metálico, notaba una  descarga eléctrica que me llegaba hasta el cerebro. Tras tres anestesias la situación no mejoró y me mandó a casa con una cara que reflejaba más miedo que la mía (¿Ya no podía confiar en las anestesias? ¿y si a partir de mi visita todos los pacientes se volvían insensibles a la lidocaína?). 

Lo preocupante es que el cachivache no estaba enchufado a nada, era lo que ellos llaman “sonda periodontal”. Esa ‘cosa’ con la que raspan los dientes (qué agradable sensación) para comprobar si lo que hay son manchas o verdaderas caries.

Tras cuatro años (cosa imperdonable) he tenido que ir desesperada a otro dentista porque el dolor que sentía me había obligado a tomar paracetamol. Y eso solo significaba una cosa: problema serio. Lo ‘mejor’ ha sido que el no haber tratado el tema a tiempo ha supuesto que en lugar de un empaste me hicieran… ¡una ENDODONCIA! Sólo recordarlo duele. En honor a la verdad tengo que reconocer que este dentista me ha puesto mejores anestesias y que no se ha cortado, me ha drogado tanto como yo quería. Pincha por la cara interior de la encía, por fuera, clava la aguja en el hueso… Incluso, tras vaciarme el diente, me pinchó anestesia en el mismo nervio. Las agujas no me dan ningún miedo, me tranquilizan porque sé que anestesia buena; dolor malo. Pero tengo que reconocer que el que me clavara aquello en el mismísimo centro del dolor fue brutal. Mis gritos me asustaron incluso a mí.

El trabajo tuvo que hacerse  en dos sesiones, así que al día siguiente regresé con la boca todavía dolorida para que terminara de sacarme los nervios con unas minúsculas limas (¡qué preciosismo!) que metió en cada raíz y con las que me raspó el interior de mis dientes, aunque a mí me pareció que hurgaba en mis entrañas. Sí, mi vida es genial. Pero por lo menos ahora me siento orgullosa por haber aumentado mi umbral del dolor… Bueno, he gritado, he llorado, pero he sobrevivido. Y eso, my friends, es lo que cuenta.

Lo increíble es que a pesar de todo, en un pequeño rinconcito, mi mente imaginaba mi próxima receta: unas galletas que se me han ocurrido y que espero poder hacer.  Pero, finalmente traigo un capricho de chocolate que se me lleva antojando desde hace una semana. Doy mi palabra de que si se sigue la receta al dedillo es prácticamente imposible que no salga deliciosa. El bizcocho de chocolate y plátano es lo más jugoso y ligero que he probado (me río de las tartas de chocolate al uso y de los tan manidos brownies -no me disgustan-  que todo el mundo hace). El chocolate fudge buttercream me recuerda a aquellos helados que todos hemos comido de pequeños, esos conos que te hacían con una máquina que te hipnotizaba mientras veías caer la crema sobre un cucurucho, todo hay que decirlo, algo pálido y que sabía a papel. Si queréis podéis solo hacer los cupcakes sin más, pues están riquísimos, pero a los que como a mí les guste una bomba calórica de vez en cuando… con buttercream del bueno. La receta es de Stephanie Jaworski (Joy of baking) y es, simplemente, maravillosa.

Ingredientes para los cupcakes:
- 130 gr de harina
- 200 gr de azúcar
- 35 gr de cacao en polvo sin azúcar (yo he usado Cola Cao 0%).
- ¾ tsp (cucharada de café) de bicarbonato
- ¾ tsp de levadura química
- ¼ tsp de sal
- 1 huevo L
- 90ml de aceite sin sabor. Yo he usado de girasol (también puede ser de maíz o cualquier aceite que no tenga un sabor fuerte)
- 120 ml de agua (temperatura ambiente)
- 60 ml de leche (puede ser semidesnatada, desnatada o, como en mi caso, entera)
- 2 tsp de esencia de vainilla
- 1 plátano o banana (prefiero la segunda opción). La banana tiene que estar madura para aportar mayor dulzor 



Precalentar horno a 180º diez minutos antes de hornear.  Poner las cápsulas de papel en la bandeja para cupcakes.

Sí, habéis leído bien, nada de mantequilla y sí aceite de girasol. Esta parte era la que más me chirriaba, pero el resultado, además de ser increíble, es que los cupcakes, al no contener mantequilla, se mantienen unos cinco días en la nevera sin que el bizcocho endurezca.
Primero mezclaremos los ingredientes secos tras haberlos tamizado para evitar grumos de masa. Esto es, la harina, el azúcar, la levadura, el bicarbonato, la sal y el cacao. Seguidamente, en otro bowl, machacaremos con un tenedor el plátano. Después añadiremos el huevo L y mezclaremos a mano con varillas. Para finalizar, le pondremos la esencia de vainilla y mezclaremos bien.

Ahora toca hacer un hueco en el centro de los ingredientes secos y añadir la masa formada por el plátano, la vainilla y el huevo. Tras esto, mezclaremos bien, pero no demasiado, porque como podréis comprobar la masa es fina (no os preocupéis por los grumos del plátano). Es mejor mezclar a mano con una lengua de silicona o con una cuchara cualquiera. Tras lo cual llenaremos las cápsulas con nuestra cuchara de hacer bolas de helado o con cucharón de sopa, o incluso con un vaso medidor, e introduciremos la bandeja en el horno para tenerla a 180º arriba y abajo (160º si es con ventilador) durante 22-25 minutos. Para asegurarnos de que están listos debemos hacer la prueba del palillo: seco, listos; húmedo, les falta. Cuando terminemos de hornear, dejaremos cinco minutos en el horno, con la puerta abierta. 

Posteriormente pasaremos los cupcakes (fuera de la bandeja) a una rejilla para que enfríen por completo.

Ingredientes chocolate fudge buttercream:
- 130 gr de mantequilla (a temperatura ambiente)
- 2 tsp de esencia de vainilla
- 90 gr de chocolate negro (sin azúcar, muy importante)
- 120 gr de icing sugar (o, en su defecto, de azúcar glas) tamizado.

Tendremos que fundir el chocolate al baño maría. Es muy importante que sea sin azúcar porque si no quedará muy dulce. En el caso del buttercream no podemos reducir la cantidad de icing sugar para compensar el dulzor de otro ingrediente, porque es el icing sugar el que permite que la crema tenga cuerpo. Cuando hayamos derretido el chocolate, lo dejaremos de lado para que enfríe (¡No meter en la nevera!).

Lo siguiente es poner los dados de mantequilla en un recipiente y batir hasta que se forme una especie de crema. Tras esto añadiremos el icing sugar. Se puede usar perfectamente azúcar glas, pero es cierto que el primero está todavía más refinado y hace que el resultado sea mucho mejor.

Cuando hayamos logrado una crema dulce añadiremos el chocolate que no deberá estar caliente ni templado para no derretir la mantequilla, y mezclaremos.  Añadiremos la vainilla y batiremos de nuevo. Pararemos varias veces de batir para rascar los bordes del bowl en el que estemos mezclando. Esto se hace para que resulte un buttercream homogéneo y no nos encontremos con una cobertura de cupcakes multicolor (pegotes de amarillo-mantequilla, manchas marrón-chocolate y grumos blancos de azúcar).

Yo he decorado usando la manga pastelera con la boquilla 1M de Wilton (porque no encontraba en mis cosas la nueva boquilla 2D). Pero el resultado me ha encantado. Como toque final he puesto por encima virutas de chocolate negro alemán y  a otros les he puesto menos buttercream (porque ya no me quedaba ) y gajos de limón y naranja de gominola. El resultado genial. Besos de azúcar. 

  

Nota: por cierto, si alguien hace la receta que recomiende mi blog, es importante citar las fuentes como lo hago yo ;p.